Los malos hábitos también se heredan ¡Marca la diferencia!
Mtra Verónica Espinosa López/Educadora en Diabetes y Nutrición Clínica
En los últimos años hemos visto un cambio significativo en el mapa de las enfermedades que afectan a la humanidad, hay situaciones como las dolencias cardiovasculares, diabetes y sobrepeso, que ocupan un lugar importante dentro de la sociedad. Según la OMS, la mezcla entre el sedentarismo y mala alimentación están poniendo en riesgo a la población mundial, principalmente a la población infantil; más allá de los rasgos o herencia genética que tengan.
Los padres trasmiten sus genes a sus hijos, pero el activarlos o desactivarlos suele depender de los mecanismos, medio ambiente y condiciones de vida, en las que los infantes se desarrollen. Hábitos como comer y fumar en exceso son heredados con frecuencia entre padres e hijos.
¿Y cómo identificar qué hábito debe perdurar en nuestra vida?
Es importante identificar los rasgos que nos generen buenos hábitos; para las ciencias de la salud y del comportamiento, debería ser una conducta aprendida de manera innata y que se realice sin ningún raciocinio. Para la Real Academia de la Lengua Española (RAE) se “denomina a la palabra hábito como toda conducta que se repite en el tiempo de modo sistemático”; debemos aclarar que un hábito no es una mera conducta frecuente, sino que debe ser de un grado de regularidad que se confunda con la vida del individuo que lo ostenta.
Otra de las definiciones, indica que los malos hábitos son repetitivos que tienen una consecuencia negativa en cualquier área de vida; pero en la salud, traen consigo daños; algunas veces irreparables. Estos llamados malos hábitos, suelen ser difíciles de corregir y conllevan a tener una mala calidad de vida.
Cuando hablamos de diabetes y las modificaciones al estilo de vida, también hablamos de adquirir buenos prácticas y alejar las que que resultan nocivas para nuestra salud. Los buenos hábitos nos permiten alcanzar objetivos reales y lograr una mejor calidad de vida.
A pesar de que es difícil eliminar conductas enraizadas, es posible descartar los malos hábitos siguiendo sencillos pasos:
- Aceptar que tengo un mal hábito y entender cómo nos perjudica
- Detectar como afecta o perjudica a la salud; por daños personales, físicos, emocionales o psicológicos.
- Integrar un sustituto que permita sentirse bien, sin que te haga daño.
- Evitar personas o situaciones que puedan motivar un mal hábito.
- Reconocer cada logro en tu vida.
- Avanzar gradualmente, paso a paso.
No existen fórmulas mágicas para modificar un mal hábito.
Cuando se habla de diabetes, es muy importante detectar los cambios que debemos hacer para llevar un estilo de vida saludable, además se debe ser consciente de la situación que se está viviendo. Esto desencadenará una acción que sustituirá de la mejor manera ese mal hábito que está afectando la salud.
Es así como las experiencias positivas que repetimos una y otra vez forman actitudes. Al repetir experiencias similares, las conexiones responsables en el cerebro se hacen más fuertes; eso lo definimos como actitud, y a su vez las actitudes se vuelven hábitos.


