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¿Y tú, ya llegaste a la crisis de los 40?
Por Psic. ED Laura Arellano Bonilla

Uántas veces hemos visto personas salirse de cuadro aparentando tener menos edad o estar en una etapa diferente a su realidad. Esto podemos ilustrarlo con aquella obra del escritor y periodista riojano Manuel Bretón de los Herreros titulada “A la vejez viruelas”, en la que cuenta las peripecias de dos ancianos enamorados haciendo referencia a los amores tardíos, “impropios” de ciertas edades por lo juvenil de las actitudes mostradas.

Y es que la crisis de la edad se hace más frecuente en la década de los treinta o cuarenta, la cual se presenta con una serie de cuestionamientos personales sobre lo que se hizo o dejó de hacer en su momento. Es decir, la juventud se ha ido y ha entrado la madurez.

Recuerdo que alguna vez alguien dijo no querer madurar porque implicaba responsabilidades. Y es que madurar parecería ser algo como una enfermedad, pero en realidad es una transición personal que se puede vivir con mayor o menor intensidad. Hacer una pequeña parada servirá para rediseñar, o reorientar la vida propia y dejar atrás el fantasma de la derrota o el dolor.

Es posible que la persona que experimenta una crisis de la mediana edad curse por las siguientes tendencias:

  • Buscar sueños o meta truncas.
  • Remordimiento por metas inalcanzables.
  • Deseos de mantener la juventud a toda costa.
  • Necesidad de pasar tiempo solo o con determinadas compañías.

Lo anterior puede acompañarse de ciertos comportamientos tales como:

  • Abusar del alcohol o sustancias toxicas.
  • Consumo o compra de artículos caros o extraños como prendas de vestir, autos deportivos, joyas, motocicletas, aparatos electrónicos, teléfonos costosos, tatuajes, etcétera.
  • Demasiada atención a su apariencia física.
  • Asistir a bares y lugares no acostumbrados.

El enfoque que cada persona dé a este periodo de crisis podrá resultar positivo o no, de acuerdo con los cambios que decida realizar sobre sí mismo.  Pensar en una autoevaluación de todo lo vivido hasta el momento no tiene porqué ser algo preocupante, de hecho, es sano realizarlo en las distintas edades y etapas de la vida. En lo personal, creo que todas las etapas de la vida cursan por una crisis existencial.

Cuando uno se acerca a los 40 años, sabemos que estamos a la mitad de la vida, al final del crecimiento y en la entrada a la vejez. Se observa que la fuerza y la vitalidad han disminuido, se ve un camino con pocas posibilidades, todas conocidas y desgastadas. Con una vida aburrida y vacía. Surgen dos grandes miedos: a la vida y  a la muerte.

Te exhorto, si estás en esta crisis, a que comprendas que la madurez es la tapa más intensa de tu vida; que tienes los recursos para reinventarte. Comprueba que la mediana edad está repleta de oportunidades en todos los sentidos; en tu trabajo, en tu sexualidad, en tu desempeño cotidiano…

Te invito

 A que descubras la clave para vivir intensamente esta maravillosa etapa de tu vida; conserva y potencia lo juvenil que hay en ti y al mismo tiempo acepta el paso del tiempo y lo invaluable de la vejez. Ya no eres el mismo de ayer, hoy eres una mejor versión de ti. Reconocerte y valorar tu vida te dará una visión diferente y de mayor optimismo.

Es tiempo de vivir el duelo de la pérdida de la piel tersa, pero es momento de valorar todas y cada una de esas arrugas que son índice de experiencia y sabiduría, y gracias a esto puedes abrir nuevos caminos. Es ahí en donde radica lo extraordinario de tu ser:

LA MAGNÍFICA METAMORFOSIS DE LA MEDIANA EDAD. Hasta entonces.

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