El regreso al trabajo después de las vacaciones puede resultar estresante; incluso, puede llegar a generar “depresión” en muchas personas. A esto lo conocemos como síndrome postvacacional y se manifiesta con síntomas muy parecidos a los de una depresión clínica. Consiste en enojo, estrés, irritabilidad, dolores de cabeza, apatía, desgano, problemas para conciliar el sueño o mantenerlo, y sensación de fatiga, entre otros. Cuando estos síntomas se presentan durante dos semanas estamos hablando de que se ha presentado este síndrome.
Generalmente, la modificación en las horas de sueño repercute en el sistema nervioso central y de esta forma existe una respuesta orgánica en nosotros; esto puede ser un principio básico para que se presente nuestro cansancio y desgano para regresar al trabajo. El estrés por regresar a retomar los pendientes del trabajo y conocer los que se han acumulado durante nuestra ausencia, favorece el aumento de estrés y, por lo tanto, la irritabilidad.
El primer día en el trabajo, después del descanso, no tendría que ser complicado si lo tomamos con calma, si nos damos el tiempo para organizarnos, preparar la ropa del día siguiente, establecer una línea de trabajo para atender los pendientes y los nuevos requerimientos, plantear pequeñas metas para la primera semana de trabajo, es decir, retomar el control de nuestras actividades nos colocará en ventaja sobre las actividades a realizar y con ello se presentará un estado de confianza. Tomarse un espacio en el día para saludar y compartir con los compañeros lo que se vivió durante las vacaciones, genera un estado de relajación y buen humor, ya que recordamos nuestros días de descanso y lo compartimos con las personas que son parte de nuestro entorno diario.
La práctica de alguna actividad deportiva o recreativa siempre favorecerá a disminuir el estrés; salir a caminar una noche antes del regreso a trabajar por ejemplo, es una estrategia que nos ayuda a sentirnos bien, relajados y llenos de energía. Sentirnos relajados nos ayudará a conciliar el sueño y mantenerlo durante toda la noche previa al regreso.
Pensemos en que nuestro trabajo nos lleva a una realización personal, profesional e intelectual; seamos positivos pensando que contamos con un ingreso económico que nos permite vivir de manera digna, que mantenernos dentro del gremio laboral nos hace útiles y funcionales en la sociedad y económicamente productivos en la familia; este ingreso económico es, justamente, el que nos permite la posibilidad de disfrutar las vacaciones.
Evitar la monotonía en el lugar de trabajo, ser cordiales con los compañeros, mantener una buena relación con la gente a la que vemos la mayor parte de nuestros días, siempre será un motivo para regresar animado.
Tratemos de sonreír, generemos un buen ambiente en el trabajo. También somos parte de esa “otra familia”, pensemos que, durante nuestra ausencia, hubo gente que nos extrañó y también a la que nosotros ya queríamos ver.
La vida se compone de todas nuestras experiencias, seamos creadores de buenas experiencias y, por lo tanto, de una buena vida; disfrutemos de nuestra jornada laboral sabiendo que no es eterna, seamos responsables de nuestro estado de ánimo. Recordemos que la depresión postvacacional es una serie de síntomas que podemos identificar y atender personalmente.

