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Depresión Navideña

Psic Berenice Tovar Saavedra Céd Prof: 5236449 beretustratovar@gmail.com

Para muchas personas la época decembrina significa momento de celebración, fiesta, regalos, alegrías, reunión familiar, vacaciones, y nuevos proyectos; sin embargo, para otras significa estrés, gastos, nostalgia, obligaciones, etcétera.  Incluso hay quienes pueden sentirse muy tristes y deprimidos presentando síntomas específicos.

Entendamos la depresión como un Trastorno Afectivo Emocional, que actualmente ocupa uno de los primeros lugares en problemas de salud. En México, el Instituto Nacional de Salud refiere que el Trastorno Afectivo Emocional ocupa el primer lugar de incapacitante en la población femenina y el noveno para los hombres. Ahora bien, la depresión navideña es una depresión de tipo estacionaria que puede agravarse si no se atiende a tiempo.

La navidad y festejos de fin de año representan -además de celebración- estrés, gastos, cierres de ciclos, frustraciones y una serie de emociones con tendencias a la depresión. Durante los preparativos de las cenas se viven preocupaciones en extremo; realizar compras, organizar a la familia, obligaciones sociales y un sin fin de actividades estresantes. De igual forma, el iniciar un nuevo año invita a realizar una valoración de los objetivos cumplidos y de las metas no alcanzadas, lo que puede generar frustración y desgano.

Una característica fundamental de estas fechas es la reunión de la familia. En este caso, cuando hay familiares ausentes es normal extrañarles, aunque el duelo no sea reciente.

Por otra parte, está demostrado que el clima frío y la falta de luz está relacionado con el estado de ánimo depresivo. En diciembre las noches son más largas, los días más cortos y el invierno nos obliga a mantenernos en casa -si no es necesario salir- por lo que convivimos menos con las personas que queremos.

Los síntomas que se pueden presentar son muy parecidos a los de una depresión normal; van desde el cansancio, la apatía, la irritabilidad extrema, el llanto frecuente y sin motivo aparente, e incluso la pérdida de interés en actividades que por lo regular son placenteras. Específicamente se presenta desagrado por todo lo relacionado con la navidad y el fin de año, así como disgusto por los villancicos, las decoraciones propias de temporada y desgano por los preparativos de las celebraciones (incluso puede llegar al aislamiento absoluto).

Organizar con antelación los preparativos

dará un margen de tiempo para evitar el estrés extremo. Algunas recomendaciones para hacer frente a la depresión navideña son: dejar que fluya esa tristeza y platicarlo con alguien; buscar compañía y vincular con gente que nos invite a sentirnos activos y alegres; y comprender -sin culpa- que extrañar a los seres ausentes es normal y en estas fechas se percibe mayormente.

Navidad y fin de año no son fechas en las que debamos sentirnos obligados a ser felices, aunque si es necesario resaltar que podemos rescatar muchas situaciones positivas. Es importante comentar que si los síntomas se agravan al punto de poner en riesgo la salud o incluso la vida, es imperativo acudir con un profesional de la salud.

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