A pesar de que la medicina moderna ha luchado en atacar a los microbios que nos enferman y matan, hemos llegado a la conclusión de que ellos son nuestros amigos. Comúnmente si una persona presenta diabetes, alzheimer, obesidad, artritis, lupus o cáncer, definitivamente está padeciendo inflamación crónica y su origen está en su microbiota intestinal.

Relación entre bacterias “buenas” y “malas”

Existe una relación entre nuestros intestinos y los microorganismos con los que convivimos.

Se han clasificado a las bacterias como “buenas” y “malas” (beneficiosas o perjudiciales) pero la mayor parte de nuestra flora intestinal son bacterias intermedias, es decir, organismos oportunistas que no pertenecen a ninguna de estas categorías.

La proporción de bacterias en nuestros intestinos es aproximadamente:

• 20% bacterias beneficiosas
• 30% bacterias perjudiciales
• 50% bacterias intermedias.

Justo estas últimas son las bacterias que controlar al sistema gastrointestinal, dado que cuando la proporción de bacterias perjudiciales aumenta como resultado de comidas irregulares y otros malos hábitos de alimentación, las intermedias pasan a formar parte del grupo de las perjudiciales, descomponiendo alimentos indigestos y generando gases tóxicos.

Por otra parte, cuando la proporción de bacterias beneficiosas crece, las intermedias se sincronizan con las beneficiosas y el resultado es que los intestinos tienen incontables bacterias buenas que contribuirán a un medio intestinal estable. El ritmo intestinal se normaliza con el tiempo y la persona puede disfrutar de una vida sana, tanto mental como físicamente. ¿Y por qué las tres? Porque en el intestino se regula la digestión, la producción de la vitamina B12, el aumento de serotonina en el cuerpo (por eso se la llama al intestino el segundo cerebro), además de que esto provoca un abdomen ligero y no abultado en el paciente, además que los alimentos los digiere correctamente.

¿Cómo fomentar que haya bacterias beneficiosas?

Hoy se sabe que reestablecer la microbiota intestinal en una persona con diabetes o con enfermedades inflamatorias, es el inicio de recuperar la salud en tu paciente.

• Gluten: si el paciente presenta intolerancias o celiaquía, el cuerpo lo toma como un agente agresor y de ahí que empieza a atacar a su propio cuerpo activando el sistema de defensa (sistema inmune reactivo ocasionando producción de citoquinas)
• Lácteos. Las bacterias comen glucosa, y si además el paciente es intolerante a la lactosa y no lo sabe, creará el mismos sistema reactivo que el gluten. 
• Azúcar refinada. Hoy se sabe que además de ser adictiva en altas dosis, daña la flora intestinal fortaleciendo a las bacterias perjudiciales y por ende haciéndolas más resistentes a no pasarse al grupo de las bacterias beneficiosas.

Cualquiera de ellos, hoy se sabe que, si el paciente no los tolera, un alimento agresor a su cuerpo puede ocasionar a la larga enfermedades inflamatorias. Sí, entre más estimulemos a nuestro sistema inmune, las reactivos estaremos y por ende se desarrollará diabetes, alzheimer, cáncer, obesidad, lupus, artritis.

Así que indaga más en tu paciente, has pruebas de intolerancias alimentarias, así como analiza todos sus síntomas. Hoy una de las primeras razones a curar en nuestros pacientes con obesidad es restablecer la microbiota intestinal.

Los alimentos que hay que recomendar:

• Fermentos: kimchi, sauerkraut, kombucha, kéfir de agua
• Probióticos: ya sea en forma de pastillas o de bebidas como la kombucha o kefir
• Prebióticos: inulina de agave, fibra prebiótica (del nopal, del psyllium plantago)
• Agua: agua de calidad que contenga minerales y no plomo como aguas alcalinas.
• Neurotransmisores o precursores de neurotransmisores: GABA, TRIPTOFANO, ACETIL COLINA. Una microbiota sobrepoblada de bacterias perjudiciales se traduce en depresión y ansiedad.

Incorpora en los menús de tus pacientes estos productos y/o alimentos. Verás una considerable mejora desde la primera semana.