La manera en la que el cuerpo humano se adapta a los estímulos externos es modificando su funcionamiento interno. Genéticamente la especie ha evolucionado de acuerdo con las modificaciones ambientales y sociales con un patrón cada vez menos activo, teniendo como característica social la tendencia a la inmovilidad, una vida con menos esfuerzo físico que genera cambios biológicos no precisamente relacionados a la salud.
De acuerdo con la Organización mundial de la salud, al menos 60 % de la población mundial no cumple con el nivel de actividad física requerida para alcanzar beneficios en la salud, es decir, más de la mitad de la raza humana no se mueve lo suficiente como para mantener la expresión de los genes relacionados al bienestar; lo que indudablemente esta generando un cambio evolutivo que ya provoca consecuencias desastrosas en la salud de la especie humana.
Definir el sedentarismo, como se ha intentado por muchas organizaciones y colegios, nos lleva a conceptualizarlo como si solamente estuviera definido por una cantidad determinada de pasos al día, tratar de alcanzar cierta cantidad de movimiento.
La realidad es que ser físicamente activo es un estilo de vida, en donde la búsqueda del movimiento inicia desde el momento en que comienzas el día y no cesa hasta el momento de dormir. Es utilizar las escaleras en lugar de los elevadores, ir parado en el transporte público en lugar de buscar el asiento desocupado, es estacionarte en el primer lugar que encuentres en lugar de buscar el más cercano a la puerta.
¿Qué hacemos como sociedad? ¿Hacemos fila para subir unas escaleras o para esperar el elevador?; ¿cuántos lugares de estacionamiento encontramos cerca de las entradas y cuántos en la periferia del estacionamiento? Las respuestas a estas preguntas nos dan claridad sobre el estilo de vida sedentaria en el que vive la sociedad mexicana.
¿Cómo afecta a nuestro cuerpo el sedentarismo?
Las células se modifican de acuerdo con el estímulo, por eso, entrenando podemos correr un maratón, nadar largas distancias y saltar más lejos. También, si dejamos de entrenar, perdemos esas capacidades.
El ser sedentario no provoca estímulos de adaptación a las células, no las enseña a adaptarse a la falta de oxigeno temporal, tampoco les enseña a incrementar su captación de glucosa, ni a meter más ácidos grasos para metabolizarlos. El “entrenamiento” celular con movimiento genera más circulación sanguínea, células más eficientes para utilizar el oxígeno que llega a través de esos vasos sanguíneos, y células más capaces de captar los ácidos grasos para obtener energía y mayor captación de glucosa (por la producción de receptores tanto de insulina como transportadores de glucosa al interior de la célula).
Por eso, el sedentarismo (o la inactividad física) es un promotor de enfermedad cardiovascular metabólica y un factor de riesgo para presentar complicaciones derivadas de un control inadecuado de la diabetes.

Una persona que es activa físicamente tiene un pronóstico más favorable de recuperación pronta, independientemente de las afectaciones a la salud que presente.
Dr Odín Vite Asensio / Especialista en medicina del deporte – Director de medicina y ciencias del deporte en Cruz Azul F.C. / Céd Prof: 7046234

