Doña Elisa es una destacada licenciada en Derecho, quien tiene a su cargo un puesto de primer nivel en una gran empresa de capital europeo. Vive con su marido, quien es un prestigiado odontólogo. Se define como una abuela consentidora, muy sociable y simpática, pero enérgica a la vez. Es amante del vino y de la comida. Pero el único ejercicio que acostumbraba realizar eran las caminatas de la casa al coche, de éste a su oficina y la misma historia de regreso a casa.
Cuando la conocí pesaba 99 kilogramos, su presión arterial estaba muy elevada y sus niveles de glucosa totalmente fuera de control, a pesar de las seis diferentes medicinas que tomaba al día para controlarlas.
Hoy, después de un año, doña Elisa se mantiene en el mismo trabajo y tiene dos nietos más para consentir. Sociable y simpática como siempre, sigue siendo amante del vino y de la comida, pero ahora lo es del buen vino y de la buena comida. Actualmente pesa 24 kilogramos menos. Determinación y constancia fueron las claves para pesar 75 kilogramos y que su presión arterial y sus niveles de glucosa estén en límites adecuados, con la ayuda de tan sólo dos medicinas por día.
Al usar su caminadora a una velocidad de seis kilómetros por hora (esa en la velocidad aproximada al caminar de manera vigorosa), doña Elisa recorrió mil 248 kilómetros en ese año. Un poco más de la distancia que hay entre la ciudad de México y la ciudad de Laredo, Texas, en Estados Unidos.
2- Desempolvó y empezó a utilizar la caminadora que su marido le regaló hace algunos años, la cual aún tenía las etiquetas pegadas al manubrio que la señalaban como jamás usada, y llegó a caminar, durante ese año:
